“Respetad la santidad del domingo. Id a Misa todos los domingos. En la Misa, el Pueblo de Dios se reúne en unidad en torno al altar para adorar a Dios e interceder. En la Misa actuáis el gran privilegio de vuestro Bautismo: alabar a Dios en unión con Cristo, su Hijo, alabarle en unión con la Iglesia” (Homilía, 29-V-1982).
“Deseo recomendaros la participación en la Santa Misa de los días festivos. Comprometeos a no faltar nunca. El cristiano es el hombre de la Santa Misa porque ha comprendido que Cristo renueva para él su sacrificio redentor” (Homilía, 14-III-1982).
“La Misa festiva es la base de todo, y debo pediros que no la omitáis, que seáis asiduos a ella, que, cada domingo y cada fiesta, os sintáis invitados por el Señor para encontrarlo juntos, en torno a la doble mesa de la Palabra y del Cuerpo de Cristo” (Homilía, 10-III-1985).
“Quisiera hoy invitar a todos con fuerza a descubrir de nuevo el domingo: ¡No tengáis miedo de dar vuestro tiempo a Cristo! Sí, abramos nuestro tiempo a Cristo para que él lo pueda iluminar y dirigir. (...) El tiempo ofrecido a Cristo nunca es un tiempo perdido, sino más bien ganado para la humanización profunda de nuestras relaciones y de nuestra vida”
“Deseo recomendaros la participación en la Santa Misa de los días festivos. Comprometeos a no faltar nunca. El cristiano es el hombre de la Santa Misa porque ha comprendido que Cristo renueva para él su sacrificio redentor” (Homilía, 14-III-1982).
“La Misa festiva es la base de todo, y debo pediros que no la omitáis, que seáis asiduos a ella, que, cada domingo y cada fiesta, os sintáis invitados por el Señor para encontrarlo juntos, en torno a la doble mesa de la Palabra y del Cuerpo de Cristo” (Homilía, 10-III-1985).
“Quisiera hoy invitar a todos con fuerza a descubrir de nuevo el domingo: ¡No tengáis miedo de dar vuestro tiempo a Cristo! Sí, abramos nuestro tiempo a Cristo para que él lo pueda iluminar y dirigir. (...) El tiempo ofrecido a Cristo nunca es un tiempo perdido, sino más bien ganado para la humanización profunda de nuestras relaciones y de nuestra vida”
(Carta Ap. Dies Domini, n. 7).
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