El texto del evangelio de éste domingo, nos hace pensar en como nuestros esfuerzos, nuestros dones y lo poquito que somos; en las manos de Dios, se multiplica.
Que difícil es a veces, reconocer lo bueno que somos, nos invade la inseguridad y creemos que no somos capaces de hacer nada por nadie. Y de cierta manera es así, solos, poco o casi nada podemos hacer sin caer en la vanidad y en la soberbia. Pero, si dejamos que Dios actúe en nosotros, todo cambia. Lo que eran 2 peces; se multiplica y lo que eran 5 pañes añejos se convierte en comida para muchos. Comida que es dada por nosotros, sino por Dios, a través de nosotros: y es ahí, cuando nos convertimos en instrumentos útiles, para la edificacion del Reino.
Quien lo diría, no es HACER, sino DEJAR HACER. Darnos por completo a Dios, que Él haga con nosotros lo que quiera, que podría salir mal, si es Él, el máximo bien. Como dice Madre del Cielo, hagan lo que Él les pida.
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